Una aproximación
exegética del cuento La caperucita roja
Introducción
La cuentística
infantil a partir del siglo XVII,
recogida de la oralidad y finalmente manifiesta en las diferentes versiones
impresas, provoca en el lector una fascinación por la riqueza de sus elementos
y formas. El género a través de la fábula o relatos maravillosos y fantásticos
poseen una cualidad cuasi edificante,
que sin llegar a ser exempla, si
ofrecen dada su naturaleza y herencia del relato medieval, una postura social y
cultural de la época. El cuento popular La
caperucita, ofrece una posibilidad polisemántica enorme de ser analizada,
ya sea desde su estructura interna y formal hasta los aspectos extradiegéticos,
y que son éstos últimos y sus formas discursivas las que se analizaran de forma
más extensa en este ensayo.
En este ejercicio hermenéutico, el análisis del cuento de La caperucita, proveerá los elementos
suficientes para interpretarlo en el sentido “actual”, entendido este término
como “tratar de explicar el significado vital que tiene un texto para nosotros
hoy”. (Armstrong). La traducción del
cuento parece ser una versión que procede de la tradición oral y, escrita a
finales del siglo XVII y principios del siglo XVIII; sin embargo, actualmente
conocemos otras versiones muy estandarizadas de la diluida adaptación que
hicieron Los Hermanos Grimm, donde el lenguaje y la simbología se perdieron
bajo el afán de considerar un lenguaje más apropiado para el contexto de su
época y adecuación para los convencionalismos de las Cortes reinantes. Sin
embargo; resulta sumamente atrayente para su estudio el texto original, tanto
por la riqueza de simbolismos, como el análisis de sus formas.
Para el análisis del texto, se
dividirá el mismo en oraciones o campos semánticos: en construcciones con
significado pleno para escrutar en ellos los elementos propios para el
análisis. Así mismo, echaré a mano diferentes disciplinas que servirán para que
el estudio de los campos semánticos sea el adecuado y corresponda a la
interpretación actual, cuyo objetivo es el de éste ensayo.
Para que el lector se dé una idea
del texto en su conjunto, se transcribe tal como aparece en su traducción:
“Había una
vez una niñita a la que su madre le dijo que llevará pan y leche a su abuela.
Mientras la niña caminaba por el bosque, un lobo se le acercó y le preguntó
adonde se dirigía.
– A la casa de mi abuela, le
contestó.
– ¿Qué camino vas a tomar, el
camino de las agujas o el de los alfileres?
– El camino de las agujas.
El lobo tomó el camino de los alfileres
y llegó primero a la casa. Mató a la abuela, puso su sangre en una botella y
partió su carne en rebanadas sobre un platón. Después se vistió con el camisón
de la abuela y esperó acostado en la cama. La niña tocó a la puerta.
– Entra, hijita.
– ¿Cómo estás, abuelita? Te
traje pan y leche.
– Come tú también, hijita. Hay
carne y vino en la alacena.
La pequeña niña comió así lo que
se le ofrecía; mientras lo hacía, un gatito dijo:
– ¡Cochina! ¡Has comido la carne
y has bebido la sangre de tu abuela!
Después el lobo le dijo:
– Desvístete y métete en la cama
conmigo.
– ¿Dónde pongo mi delantal?
– Tíralo al fuego; nunca más lo
necesitarás.
Cada vez que se quitaba una
prenda (el corpiño, la falda, las enaguas y las medias), la niña hacía la misma
pregunta; y cada vez el lobo le contestaba:
– Tírala al fuego; nunca más la
necesitarás.
Cuando la niña se metió en la
cama, preguntó:
– Abuela, ¿por qué estás tan
peluda?
– Para calentarme mejor, hijita.
– Abuela, ¿por qué tienes esos
hombros tan grandes?
– Para poder cargar mejor la
leña, hijita.
– Abuela, ¿por qué tienes esas
uñas tan grandes?
– Para rascarme mejor, hijita.
– Abuela, ¿por qué tienes esos
dientes tan grandes?
- Para comerte mejor, hijita. Y
el lobo se la comió.”
(Darnton, 1987)
(Paul Delarue y Marie Louis
Tenèze, 1976).
Interpretación de La caperucita roja
I.
El inicio y
los elementos primarios
El cuento de La caperucita roja se suscribe dentro de
la literatura de la fábula como cuento maravilloso debido a su naturaleza.
Propp clasifica los cuentos de este corte en donde discurren seres mortales con
animales, y con una subdivisión donde se halla “el enemigo mágico”, que en
algunos cuentos puede ser un hombre dotado con facultades extraordinarias, pero
en éste cuento en particular, se concentra en la figura del “lobo”, un lobo
capaz de articular palabras y con negras intenciones. Los elementos constantes
del cuento se señalan en el lobo del bosque que se come a la abuela, el gato
con tintes morales y la caperuza un tanto inmoral; tres elementos que suceden
rápidamente. (Propp, 1970).
“Había una vez una niñita a la que su madre le dijo que llevara pan y
leche a su abuela.”
“Había una vez”, “Érase una vez”, la mágica frase de tres palabras con la que empiezan los cuentos, y desde que se
pronuncia nos ofrece un universo intemporal, aunque en inglés es Once upon a time y en francés Il ètait une foi. El tiempo en
copretérito nos ofrece una noción alrededor del aspecto u objeto que se va a
enunciar y que se sitúa en el pasado sin concretar el inicio y el final de tal
evento; de que lo que se va a contar pudo haber sucedido hace mucho tiempo y
más allá, pero no en un tiempo cercano –pretérito- al que se enuncia. (Vázquez,
2007). Todo parece indicar que la frase fue acuñada por primera vez por Charles
Perrault, “Il ètait une fois”, en
1694 y utilizada para Les
Souhaitsridicules. La misma expresión es usada por el autor en Contes de ma mère l´Oye, subtítulo del
libro Histoires ou Contes du Temps paseé.
(Perrault, 1968).
Enseguida de la expresión mágica, aparece nuestro personaje principal del
cuento: una niña; no se le nombra,
ni tampoco su edad pero podemos seducir la mente y aventurarnos al mundo de las
conjeturas para armar un perfil más completo. La niña no parece ser expósito;
aunque estos niños abandonados en la Francia del siglo XVIII y anterior no
gozaban de privilegios al ser de la ciudad y villas o pertenecer a las zonas
rurales, y de igual forma eran expuestos a la orfandad dadas las condiciones de
miseria. (Darnton, 1987).
Con respecto a la edad, según Darnton, los niños eran considerados aptos
para el trabajo recién se ponían de pie, ayudando a los quehaceres de la casa,
recogiendo leña o dando de comer a los animales; la niña debe rondar una edad
suficiente para habérsele considerado independiente y profanar el bosque que ya
conocía. (Petit, 1997, pp. 180-190). Si la niña del cuento ya hubiera tenido su
menstruación, no se le hubiera permitido salir y andar libremente por el
bosque; con la regla llegan las responsabilidades propias de la mujer y se les
ataba a la casa como forma de control, los tabúes eran moneda de uso corriente
con respecto a la sangre; según algunos mitos, la sangre de la menstruación o
la mujer que estaba reglando, podían echar a perder las cosechas, malograr los
animales y envenenar las comidas. Sin embargo, más adelante en el cuento hay
una elección simbólica que denota claramente que la niña ya había tenido su
regla y estaba preparada sexualmente y dispuesta a ejercer su sexualidad.
La niña es el símbolo de la
inocencia, la etapa anterior a la falta, un estado edénico; la simplicidad y lo
natural; el niño es espontaneo y curioso. (Chevalier, Jean. y Alain Gheerbrant,
2009, pp. 752-753). La niña es el arquetipo del misticismo, el símbolo del
futuro para Jung. (Jung, 1968). La niña del cuento tiene por lo menos una madre
y una abuela; del padre no se menciona nada, aunque seguramente tiene uno que
trabaja todo el día de sol a sol como todos los padres del época; probablemente
un padre leñador y muy cercano a la única hija que tiene. Aunque la anterior
aseveración estira por mucho las funciones de la interpretación, es menester
para probarla, echar mano de la literatura comparada y establecer otros sucesos
similares que demostraría la generalidad del hecho y no como suceso marginal, desde
la postura de François
Jost: "One may proceed by deduction or induction, rely on documents or
detect analogies.”(Redondo Olmedilla, 1997, pp. 951-969), de tal forma que,
tenemos como ejemplos de padres leñadores en los cuentos infantiles de la época
a Hansel y Gretel, El leñador y el
duende, Pulgarcito, etc.
Todo sucede en la mañana, cuando
la leche recién ordeñada y el pan horneado están listos para ser consumidos. La
madre es el arquetipo de una imagen
deformada para el niño, el símbolo de lo inconsciente; la madre amenaza el
desarrollo del infante, es la atadura del vientre al crio. La abuela o la gran madre. El arquetipo de la abuela que posee
todo el saber y es al mismo tiempo el arquetipo de la bruja según Jung. La niña
tiene que abandonar la figura de la madre y trasladarse hasta la casa de la
abuela; corta el vínculo materno y la sobreprotección para ascender bajo la
sombra de un arquetipo mayor, la ascensión de rango; la distancia entre lo
consciente y lo inconsciente; la destrucción del lazo materno de raíz. (Heras,
2008).
La niña lleva el pan, alimento
esencial a la abuela, lleva la vida eterna que será arrebatada bajo la traición
al matriarcado y al mismo tiempo se convierte en la figura del Dios Pan, ágil,
astuto y bestial; de ahí la palabra “pánico”, el terror profundo de la propia
naturaleza, el sentimiento de una presencia no humana. (Chevalier, Jean. y
Alain Gheerbrant, 2009, pp. 797-798). La leche
es símbolo de la excelencia del alimento espiritual. La leche es la
inmortalidad. (Chevalier, Jean. y Alain Gheerbrant, 2009, pp. 631-632). La niña
del cuento lleva a su abuela la esencia de la vida y el terror, a una abuela
que necesita paz espiritual.
II.
El bosque
“Mientras la niña caminaba por el bosque…”
El bosque es un lugar mágico y recurrente. Partiendo desde el
reconocimiento semántico del objeto y su interpretación, tenemos inpresentiu al “bosque” como el elemento
físico y tangible a partir de la interpretación de Todorov, pero también existe
una literalidad relacionada in absentia
que establece una conexión simbólica. (Guzmán Moncada, 1998). Según El libro Ilustrado de Signos y Símbolos,
el bosque es el lugar que representa el inconsciente donde todos los peligros
confluyen. (Bruce-Mitford, 1997, p. 36). Pablo Neruda en su poema El cazador en el bosque, lo define como
un ser animado y feroz que no se detiene:
“Esa
raíz debe nutrir mi sangre.
Otra
encrespada, abajo,
es parte poderosa
del silencio,
se impone como paso de reptil:
avanza devorando,
toca el agua, la bebe,
y sube por el árbol
la orden secreta:
sombrío es el trabajo
para que las estrellas sean verdes.”
es parte poderosa
del silencio,
se impone como paso de reptil:
avanza devorando,
toca el agua, la bebe,
y sube por el árbol
la orden secreta:
sombrío es el trabajo
para que las estrellas sean verdes.”
(Neruda,
1997).
III.
El lobo
“…un lobo se le acercó y le preguntó adonde se dirigía.”
El lobo es un elemento entre
los mejores estudiados dentro de la simbología y que eluden a un pacto con
Satán en la cuentística medieval: sin embargo, hay criaturas feroces que rompen
con la cualidad de maldad, como la loba que alimentó a Rómulo y Remo. En el
antiguo testamento eran tomados como los protectores de los hombres, y se amansaban
ente la presencia de Francisco de Asís. (Montero Agüera). En las fábulas los
animales tienen cualidades maravillosas como el poder del habla e incluso
tienen características propias de los humanos, son capaces del engaño o la
bondad. Tenemos muchos ejemplos en la cuentística de todos los tiempos desde Las mil y una noches, hasta La granja de los animales, de Orson
Wells. Desde una visión más pragmática y simbólica del lobo, en las regiones de
habla española, representa la depredación, la maldad y la astucia. (Vyshnya
2005, pp. 193-194). En este cuento, el lobo es una figura educada y lasciva,
dotada de un poder seductivo muy fuerte que define el sentido de la diégesis:
el cuento tiene tintes sexuales, pedófilos y antropofágicos.
El lobo es la manifestación de la sexualidad reprimida: “Lo monstruoso
hace que salga a la luz lo que se quiere ocultar o negar.” (García Cortés,
2003). Dentro de la tipología que establece Borges, el lobo entra en la
clasificación de lo “deforme” en tanto que viola las leyes establecidas física
y moralmente, tiene un sesgo de “malvado”, del tipo Aníbal Lecter del Silencio de los inocentes, de Thomas
Harris. (Borges, 1979). El animal como elemento simbólico de lo monstruoso
funciona como un doble reflejo: “al sentirse formar parte del mundo natural y a
la vez distinto de él, por un lado constituye un “soporte conceptual de la
diversidad social”. (Sariols Persson, 2012). El lobo como animal juega un papel
muy importante en el desarrollo de la narración; dentro de las funciones que describe
Propp para el cuento maravilloso, encontramos:
1.
Al lobo como el
agresor que engaña a la niña vestido de la abuela para apoderarse de su
virginidad.
2.
En complicidad con ella, la niña se deja engañar en el
rol sexual al que está sometida y colabora en el rito de iniciación y
perversión.
3.
Hay una fechoría que se comete al asesinar a la abuela,
pero también hay un detalle extra: la niña también comete un delito moral al
comer la carne de su abuela. (Propp, 1970).
IV.
El rito de
iniciación
“– ¿Qué camino
vas a tomar, el camino de las agujas o el de los alfileres?
– El camino de
las agujas.”
Pareciera que ha simple vista los dos caminos son iguales y no hay mucha
diferencia en cuanto a la elección; sin embargo, desde la simbología de los
objetos, se da por hecho que “escoger entre un
camino u otro significaría escoger el camino más fácil; por eso, elige el
camino de los alfileres, tal y como se explica en una de las versiones, es más
fácil unir las cosas mediante alfileres que coserlas con agujas.” (Ana, 2014). Las
agujas y los alfileres tienen una connotación sexual y tienen que ver con el
rito de la virginidad. Cuando las niñas entraban a la edad de la pubertad eran
enviadas con las costureras locales y de esta forma se les dejaba de considerar
como niñas y más como jóvenes. Los alfileres simbolizan la virginidad en tanto
que las agujas son los elementos simbólicos de la madurez sexual. (Pepe, 2010).
Resulta sumamente peculiar que la niña del
cuento elija el camino de las agujas, de esta forma le dice al lobo que está
madura sexualmente y dispuesta. La elección es primordial en cuanto a la
didáctica del texto. Un camino lleva por las normas morales establecidas y el
otro se dirige a aquellas que son inmorales. El camino elegido es al mismo
tiempo el camino a la iniciación. Podemos suponer y sólo sería una
elucubración, que los niños de la época entendían, sobre todo las niñas que
vivían dentro del uso y costumbres de los lugares rurales, el sentido de los
objetos mencionados.
V.
Los elementos sacralizados
“El lobo tomó el camino de los alfileres y llegó primero a la casa. Mató
a la abuela, puso su sangre en una botella y partió su carne en rebanadas sobre
un platón. Después se vistió con el camisón de la abuela y esperó acostado en
la cama.”
El lobo toma el camino de los alfileres que es significa simbólicamente
estar listo para tomar la virginidad de la niña. La abuela asesinada por el lobo establece el rompimiento de la niña
con las ataduras de su infancia, con la seguridad y ofrece la independencia en
un acto liberador. El arquetipo de “La gran madre” descrito por Neumann, se establece
como el símbolo original del tiempo, en ella coexisten en armonía todos los
opuestos. “Ella se esmera por producir un
individuo bien equilibrado que, más tarde en la vida, él exigirá su
independencia para funcionar en el mundo por su propia cuenta.” (Neumann,
2009).
El pan y la leche son elementos que se
transmutan en la sangre y la carne, lo que se bebe y se come; son
objetos que están relacionados con los rituales de iniciación: “El hecho
de comer y beber de la abuela simboliza el alcance a la madurez y absorber su
poder.” El hecho se sucede en la casa
de la abuela que es al mismo tiempo un lugar “seguro”, que dentro de la
simbología se establece como un espacio protegido. (Pilar Ballesteros, 2012). Por
otro lado, dentro de la simbología cristiana, se establece como el color de la
sangre y la carne, al rojo: figuras del pecado que sólo pueden ser lavadas con
la sangre de Cristo. La desacralización del cuerpo místico señala el rompimiento
con cualquier forma de canon y dogma. (Goff, 2005).
La sangre es también asociada a los buenos valores, lo bello y la
generosidad, considerada universalmente como “el vínculo de la vida”. (Chevalier,
Jean y Alain Gheerbrant, 2009, pp.909). De tal forma que romper con el vínculo
primordial en el rito de iniciación es importante: sangre correspondiente al
lazo espiritual que se rompe con el asesinato de la abuela. La carne por otro
lado, posee un sentido moral que es fundamento natural para luchar contra los
desordenes, la carne pertenece al terrenalidad y por lo tanto es corruptible. (Chevalier,
Jean y Alain Gheerbrant, 2009, p. 252). En
el reconocimiento de la transexualidad, el lobo se traviste de la abuela con el
afán de ocupar ese “otro” cuerpo reconocible por la niña; sin embargo, se
pueden establecer como la “fórmula en términos edípicos, ya que presenta a
Caperucita como la niña que ha llegado a la pubertad y procura seducir al lobo
padre.” /Brum, 2010).
VI.
La
antropofagia
“La pequeña
niña comió así lo que se le ofrecía; mientras lo hacía, un gatito dijo:
– ¡Cochina!
¡Has comido la carne y has bebido la sangre de tu abuela!”
El gato aparece como punto de inflexión y figura moral del relato,
realiza una advertencia a la niña en su calidad de testigo presencial de los
hechos y al mismo tiempo la condena, no la victimiza. Los animales con
características y valores humanos son muy vastos dentro de la cuentística. En
este caso el gato, a pesar de su
simbolismo heterogéneo, representa el estado natural de lo que debe ser
correcto y propio, es el eje moral y didáctico del cuento.
“El gato, animal con
cualidades humanas, parlante típico de los cuentos de hadas y, en este caso con
la función-oposición al agresor. Identificado con el espectador-lector, ve
aquello que la protagonista no es capaz de descubrir, siente verdadera repulsa
por estos actos de canibalismo y augura un terrible final.” (Guardia Calvo, 2007).
A pesar de que en la mayoría de los cuentos medievales que han sido
publicados, y que viene de la tradición oral, en su mayoría se han suprimido
los hechos de canibalismo por razones sociales, culturales y morales, el relato
presenta con crudeza un hecho sorprendente de antropofagia.
“El canibalismo es
suprimido en la versión de Perrault pues en una época donde se comenzaba a
considerar la noción de infancia como un periodo de la vida humana diferenciado
de la edad adulta, con todas las consecuencias pedagógicas que esto arrastra,
se comenzaba también a ahorrar a los niños estos detalles truculentos.” (Linares
Valcárcel, 2006).
A la niña del cuento no parece importarle el haber comido la carne y
sangre de su abuela. En una inversión maternal, la niña se come a la vieja y
con ella todo aquello que la ata al mundo del las normas. Para Oswald de
Andrade, la antropofagia se
establece en contra del determinismo y en favor del misterio, sin importar lo
demás, como un acto de emancipación contra los valores establecidos. (Andrade, 1928).
VII.
El discurso
dialógico
“Después el lobo
le dijo:
– Desvístete y
métete en la cama conmigo.
– ¿Dónde pongo
mi delantal?
– Tíralo al
fuego; nunca más lo necesitarás.
(…)”
En el discurso dialógico que tienen
el lobo y la niña existen muchos rasgos a analizar. Los elementos apuntan en su
mayoría al carácter sexual de la escena. La niña parece encantada con el
aspecto del lobo cuando se mete desnuda a la cama con él, no hay repulsión por
el aspecto del mismo, sino admiración por las partes enormes y varoniles del
ser con el que está acostada, elementos corporales que desde una interpretación
psicoanalítica, son fálicos. (Brum, 2010). El rito de iniciación se establece
con una especie de striptease, que
procura incitar las normas y quebrantarlas al pasar de una situación infantil a
la de una mujer con plenos derechos sexuales. El apetito del lobo no es carnal
estrictamente hablando, sino sexual. (Ballesteros, 2012).
Las prendas que se quitaba la niña
eran echadas al fuego. El fuego establece el principio purificador del rito,
asociado a su principio antagonista; también simboliza la acción de fecundidad,
pero tal vez su aspecto más importante en cuanto al relato se refiere, debe ser
su característica renovadora: la destrucción de la infancia y sus norma y
conductas por una nueva forma de asociación sexual con nuevas formas asumidas
desde una conducta más madura. (Chevalier, Jean y Alain Gheerbrant, 2009, pp. 511-514).
El rito iniciático de la “desfloración ritual” tiene orígenes muy antiguos; así
el poeta Calímaco relata que las muchachas vírgenes eran conducidas al templo y
al día siguiente iban por ellas convertidas en mujeres. El sacrificio ritual
procura elementos primarios, que en este caso es el fuego. En el ritual se
descubren patologías infantiles: la figura del lobo es la del padre con actitud
lasciva, en el ensayo Historia de una
neurosis infantil (Caso del “Hombre de los lobos”), de Freud, comenta con
respecto a dicho desorden similar: “Su último fin sexual, la actitud pasiva con
respecto al padre, había sucumbido a una represión, siendo sustituido por el
miedo al padre bajo la forma de la fobia al lobo.” (Freud, 1914-1918).
VIII. Conclusiones
“Para comerte mejor, hijita. Y el
lobo se la comió.”
El final del cuento es de carácter
moralizante. Los niños esperaban el final, sorprendidos. Comerse a la niña no
sólo en sentido real, sino figurado, un juego semántico: “También se habla
mucho de la metáfora de «comerse a alguien», en locuciones como «la pequeña
está para comérsela»”. (Shojaei, 2012). Este ensayo sólo ha pretendido mostrar
desde muchas disciplinas, un ejercicio interpretativo a fin de demostrar la
infinidad de elementos y riquezas que poseen los cuentos infantiles. Analizar
los códigos de los textos literarios es menester del literato, descubrir y
escrutar la naturaleza de los mismos provee las herramientas suficientes en la
construcción de la identidad, desde sus propiedades extradiegéticas y aquellas
formales. La caperucita se presenta como uno de los paradigmas trascendentales
de nuestra época. Su intención didáctica y moralizante permea casi todos los
ámbitos sociales y culturales, sus elementos crean valores y señalan aquellos
que son impropios para los niños, su virtud edificante y pedagógica influyen en
la infancia. Es el cuento un crisol de ideas y símbolos que, desde el imaginario
literario, se anclan en la cultura. En la subversión de valores resulta
importante en la modernidad como elemento literario, a pesar de que sus
versiones hayan sido diluidas bajo la premisa de una falsa o doble moral.
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