lunes, 1 de junio de 2015

 Pies

El bailarín, hombre perfecto de feos pies que han tallado el escenario hasta quedar torcidos.

Pies llenos de vergüenza y dignidad al mismo tiempo, que soportan sobre sus tobillos el pulido mármol de perfección áurea.

Pies adoloridos  de extensiones sobrehumanas, con laureles en los arcos de sus empeines.  Como ofrendas vivas a Terpsícore.

Pies dispuestos a la guerra de las duelas, pies en guardia a la orilla del proscenio. Cansados pero siempre disciplinados en primera posición.

Pies deformes borrachos de aplausos y flores; adoradores de Hathor entre sahumerios, y víctimas con vendajes destinados a la gloria o al fracaso.

Pies contemplativos, viviendo a veces, tímidamente en las aterciopeladas piernas de un teatro: largas columnas de secretos, de extensiones, de ensayos, de arte y bacanales.

Pies moribundos que no se afrentan ante los peligros de la vejez y que son joyas preciosas y joviales para el ejecutante.

Pies de bailarín.

Poemario: Poemas del cuerpo y otras prisiones.


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